Se dice que el mundo ha cambiado más en los dos últimos siglos que en el resto de la historia de la humanidad. Esto puede aplicarse a todos los campos del progreso, y las cosas van tan rápido, que es difícil seguir la pista a las novedades.
Por poner un ejemplo, varias generaciones tenemos en nuestro imaginario marcas como Marlboro o Camel, pero pocos sabríamos decir qué es Joyetech… y sin embargo, el futuro estará lleno de marcas como esta si la moda de los cigarros electrónicos sigue tan vigente como hasta ahora.
Si ya vapeamos en vez de fumar, y es difícil encontrar protagonistas de películas o novelas que fumen (aunque ya hemos visto a Jonnhy Depp vapear en la película The Tourist), todo indica que el futuro cercano estará lleno cada vez más de vapor y menos de humo.
Las ventajas de estos cigarrillos son muchas:
- aparentemente no existe el concepto de “vapeador pasivo” ya que no se ha demostrado que la nicotina expulsada en forma de vapor suponga ningún riesgo para la salud.
- Además, son sustancialmente más baratos una vez hecha la inversión inicial (unos sesenta euros), y esta sí puede ser una razón de peso para plantearse el paso a esta nueva forma de “fumar”.
- Por otro lado, está por ver si suscitan el mismo rechazo que el tabaco en lugares públicos, ya que su imagen todavía se asocia a una conducta poco cívica, generalmente por puro desconocimiento.
- Muchas ciudades ya están legislando sobre los lugares en los que podría estar permitido vapear y en cuales no, teniendo en cuenta justamente la equivalencia mental que mucha gente hace entre el antiguo vicio y esta nueva tendencia y también su contenido en nicotina.
Así, en España, ya está prohibido vapear en centros de la Administración Pública, sanitarios, docentes y formativos, salvo en los espacios al aire libre de las universidades y también en los medios de transporte público, en los recintos de los parques infantiles y áreas o zonas de juego para los menores.