Crítica de El Caballero Oscuro: La leyenda renace. La magia de Nolan

Christopher Nolan sigue demostrando que es el director que mejor hace cine de acción made in Hollywood.

Se cierra una trilogía, y como siempre pasa aparecen los miedo dentro del equipo de trabajo a «no estar a la altura» de las predecesoras y los temores de los fans y espectadores a «no recibir lo que la historia se merece». El Caballero Oscuro: La leyenda renace es, sin duda, la cinta más irregular de las tres y por eso hay tanta disparidad en las opiniones al respecto.

Si empezamos por lo positivo no hay sino que reseñar al magnífico Christian Bale, más metido en el papel que nunca, con un personaje que son dos en si mismo. Esta el gran Batman, aquel que siempre «necesita» Gotham, aquel que sale de lo más negro de las tinieblas, el que siempre tiene fuerza, el que antepone la nobleza al mal. Esta al mismo tiempo el decadente Bruce Wayne, que se ha dejado arrastrar por la pena, que tiene su fuerza aniquilada, que ha perdido la fé en la humanidad y que se conforma con estar repudiado en su propio hogar sin preocuparse de nada ni de nadie, ni de él mismo. Ambos son el mismo personaje, son un Bale más convincente que nunca, un actor que transmite toda la fuerza que el producto más carismático de la factoría Marvel ha presentado.

Porque el Batman de Nolan es la representación más madura del cine que proviene de los comics, hace que cualquier otro superhéroe de todos aquellos que plagan las pantallas de cine parezca tan infantil que se deja de creer en ellos. El Batman de Nolan es puro cine de acción más cercano al suspense que a la ciencia ficción. En ocasiones da la sensación de estar viendo a James Bond que a veces se disfraza de murciélago, consiguiendo mezclar en uno sólo dos géneros y obteniendo como resultado el entretenimiento absoluto del espectador durante todos y cada uno de los segundos que dura el metraje.

El director sabe narrar las historias fantásticas como nadie, utiliza el silencio en los momentos adecuados (la escena del campo de rugby, esa tensa calma antes de la tormenta, es fantástica), mantiene al espectador en vilo como ningún producto de la demanda más comercial y ávida de efectos especiales sabe hacer. La música, de Hans Zimmer (Thelma y Louise, Kung Fu Panda, Origen) esta bien puesta en cada momento aunque tampoco aporta un valor añadido. Simplemente está ahí.

Michael Caine hace del fiel Alfred, el mayordomo aporta tanto los momentos más chisposos (para desengrasar) de la historia como los más dramáticos. Se excede en su lágrima pero con tanta efectividad que no molesta. Morgan Freeman, Lucius Fox, también otorga la tranquilidad de los años a una interpretación sublime y en su justo punto. Mantienen la tónica general tanto el comisario James Gordon (Gary Oldman) que lleva el peso de la culpa de una manera magistral, como el joven e idealista John Blake (Joshep Gordon-Levitt) que representa todo lo que Batman fue.

Anne Hathaway, catwoman, es brillante. Con su pequeña máscara y su expresividad en la mirada hace que seas capaz de leerle los pensamientos, de saber por qué esta pasando en cada momento. Eres capaz de entender esa ambivalencia de sentimientos que le embargan a cada instante. Hasta los ligeros celos que Marion Cotillard le provoca por ser quien es. Y es precisamente en Marion Cotillard donde empiezan los «peros» de la última entrega de la saga. Con un papel un tanto por definir durante toda la cinta que resulta tan previsible como cargante y en el que no se profundiza lo suficiente. Tampoco el villano, Bane (Tom Hardy) da todo lo que podría dar. Cuando el 80 por ciento de tu interpretación viene de la mano de la voz, no puede parecer que esta hablando Eduard Punset. Da la risa, y eso en la versión doblada al castellano pero es que en la versión original es igual de irreal. Batman se merece un contrincante digno para terminar la trilogía y, en su presentación, parece serlo, pero según avanzan los minutos lo va perdiendo todo hasta dejar de dar miedo. Y no es que el Joker (Heath Ledger) de la segunda y sobretodas superior entrega fuese tan bueno que no haya quien le haga sombra, que también, es que parece que no tiene enganche ninguno.

La leyenda renace lleva en si misma unos diálogos que bien son reflexiones ético-filosóficas sobre el sistema. Con una revolución anárquica de fondo, con preguntas morales sobre el bien y el mal y los tipos de bien y de mal. El propio Nolan dice que en una pequeña parte se basó en el libro de Dickens, Historia de dos ciudades, para recrear un poco el contexto del film. Pero no son más que eso, pequeñas pildoritas que acercan al superhéroe a la realidad un poco más sin perder en ningún momento de vista a los más fanáticos de la original historia de un hombre que es más humano y más héroe que cualquiera que se haya presentado hasta el momento en la gran pantalla.

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