Sucesos Extraños en Aviones

En el cielo a veces suceden cosas extrañas, y no nos referimos a los OVNIS. Sin ir más lejos, el interior de un avión puede resultar un lugar propicio para ello. En ocasiones, factores ajenos a la tripulación y al aparato producen lances cuyas derivaciones pueden ser, desde simplemente extrañas o curiosas, hasta mortales.

El Triángulo de las Bermudas está pasado de moda como fenómeno paranormal, pero alguno de los hechos que allí tuvieron lugar, en concreto la desaparición del vuelo 19, sigue siendo un misterio. El suceso se produjo en diciembre de 1945, en un día claro y despejado según algunas versiones y tormentoso según otras. Un escuadrón de aviones Avenger partió de Fort Lauderdale (Florida) y, tras unos confusos instantes de extrañas comunicaciones entrecortadas con la base, en las que el teniente Charles Taylor, al mando de la flota, reconocía que se había extraviado, la transmisión se cortó para siempre y los cinco aviones se desvanecieron sin dejar rastro. Pero lo extraño del vuelo 19 no acabó ahí. Un hidroavión PBM Mariner, optimizado para rescates en alta mar y que fue en busca de los restos y posibles supervivientes del vuelo 19, también se extravió junto con su tripulación, pasando a engrosar la lista de sucesos extraños que, generación tras generación, hechizan a jóvenes y no tan jóvenes entusiastas de lo desconocido.

Diariamente, decenas de miles de vuelos surcan los cielos de nuestro planeta. Como en una cafetería, en una plaza o en una tienda, las personas interactúan dentro de los aviones y, a veces, cuando todo parece en calma, cuando el cielo está libre de nubes y el aparato funciona como la seda, sucede algo que cambia las cosas.

En la noche del 27 de marzo del 2000, nadie en Zaragoza supo que un avión con 147 pasajeros que sobrevolaba la ciudad, estuvo a punto de caer sobre ella, ocasionando una catástrofe difícil de imaginar. Por sorpresa, un hombre con las facultades mentales perturbadas accedió a la cabina de mandos y logró atacar y herir al capitán, Heinz-Dieter Kallbach, y hacer descender el aparato hasta 36.000 pies de altura. La sangre fría del experimentado capitán fue determinante para evitar lo peor. Por fortuna, todo quedó en un susto y en una historia para contar; una historia, por cierto, que tuvo más eco en Alemania que en España.

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