A priori, el arte y la tecnología son dos campos muy diferentes. Sin embargo, si nos paramos a pensarlo, uno se nutre del otro.
Las nuevas tecnologías sirven para crear obras artísticas cada vez más elaboradas. Y ese derroche artístico de imaginación a veces deriva en nuevas líneas de investigación en las que nadie habría pensado de otro modo.
Un buen ejemplo de la fusión de estas disciplinas lo encontramos en los Premios Vida, que otorga cada año la Fundación Telefónica, y que combina el uso del arte con instrumentos relacionados con la robótica, las telecomunicaciones y la vida artificial en general.
Este año se cumple el 15º aniversario de la creación de estos premios, y la organización lo está celebrando con una exposición que hasta este 20 de abril muestra en el Espacio Fundación Telefónica las obras ganadoras de la última edición, junto a charlas y talleres realizados por los artistas premiados.
Toda una oportunidad de acercarse a estos premios, que además abren ya la convocatoria para su próxima edición.
Por ejemplo, podremos conocer el primer premio de este año, la instalación Rotes Rauschen (red noise), de Kerstin Ergenzinger. Una fascinante instalación sonora que funciona simultáneamente como escultura, órgano sensorial e instrumento musical.
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