Los Golluts, algo más que mito de Los Pirineos

Seres pequeños, deformes, con un gran bocio, manos y pies pequeños pero desproporcionados en comparación con el cuerpo, y de rostro grande, ancho, con mandíbula cuadrada y ojos totalmente en horizontales con un lagrimal caído. Así daba origen al misterio de los Golluts de la mano de Miguel Morayta en 1886 cuando, en un paseo por las tierras de los Pirineos Orientales, uno de estos seres se cruzó, fugazmente, en su camino.

Aunque esto no fue un descubrimiento como tal ya que las comunidades de la zona estaban al tanto de su existencia, lo cierto es que las revelaciones llevadas a cavo por Miguel Morayta, agitaron la opinión pública y eclesiástica del momento.

En 1886, Morayta, fundador de la orden Gran Oriente Nacional Español en la que consiguió el rango de Gran Maestre, se encontraba de vacaciones en el valle de Ribas, en Gerona, el cual por aquellos entonces era frecuentada por gente aburguesada del momento dado que se decía que sus aguas eran curativas por lo que se abrieron varios balnearios en esta zona.

Fue allí donde después de ver a uno de estos individuos y toparse con unos cuantos cráneos deformes durante un paseo, cuando, influido por lo escrito por el antropólogo Retzius, cuando decide escribir una carta dirigida a su amigo Antón, que publica en el periódico El Globo y en la que afirmaba la existencia de una raza de tártaros aislados de la sociedad que habitan en Vilademunt.

La existencia de los Golluts no era desconocida para la gente de Ribas que ya hacía tiempo que catalogaban a aquellos infelices que se acercaban de vez en cuando a algún pueblo con apodos como nanu (enanos), semi-cretinos o cretinos, golluts y un sin fin de insultos más. Así que para salvar el nombre del pueblo y evitar espantar el turismo creciente de la zona, las autoridades de la zona decidieron negar toda afirmación por parte de Morayta pero este encontró cierto apoyo por parte de los vecinos

Curiosamente, Morayta afirmó que existían unos documentos en posesión de una persona de alto poder en la que se corroboraban las ideas del historiador, pero esos documentos no llegaron a ver la luz, tal vez por miedo a caer en la impopularidad o por mido a la iglesia. Un año después, Morayta publicaría un libro, en el que, pese al rechazo de los conservadores, exponía abiertamente sus teorías respecto a sus hallazgos.

Pese a los esfuerzos e investigaciones llevadas a cabo por Morayta, lo cierto es que el asunto dejó de tener interés para el público, con lo que aquella pequeña población, volvió al anonimato pasando inadvertida para la mayor parte de la población

Actualmente se sabe que estas personas no eran otra raza, sino una población entera afectada de una serie de enfermedades que fueron degenerando por el cruce genético endogámico y empeorado por la falta de higiene, proteínas y minerales en el agua.

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