Las personas y muchos animales engañan la vista de sus enemigos. Estos pueden hacerse confundirse con el fondo, como por ejemplo con su color natura, que al no producir contrastes, no hay manera de distinguirlos. El contraste hace que se distinga con facilidad una escalera de mano, blanca, apoyada contra una pared roja, por ejemplo; pero si también la escalera fuese roja, no sería tan fácil verla.
No obstante, el ojo también percibe la regularidad de las formas, por ejemplo: supongamos que la pared estuviera pintada con franjas rojas y blancas entrecruzadas, en dicho caso, la escalera blanca sería bastante difícil de distinguir, porque no resaltaría en medio de todas esas franjas uniformes.
Algo parecido a estas ilusiones ópticas es cuando algunos animales se camuflan, donde los colores de numerosos insectos, los ocultan a la vista de los depredadores. Esto mismo sucede con las manchas blancas de los cervatillos y con los dibujos de los caparazones de tortuga, y por esto mismo es que casi todos los peces tienen el dorso oscuro, para que las aves de presa no los vean fácilmente.
Pero los depredadores también se camuflan: el color del león africano se confunde con el de los secos pastizales en los que suele cazar.
De modo similar, en el ámbito miliar, los diseñadores militares recurren al color y a las formas para que las armas, los emplazamientos y los uniformes se camuflen con el entorno de la mejor manera hasta el punto de que sean “invisibles” a los ojos del enemigo.