Hacia rutas salvajes

Esta película del grandísimo Sean Penn (no actor, director) es de 2007. Es probable que la hayas visto. Yo no he hecho una crítica, si es que en algún momento se puede calificar a cualquiera de las entradas de este blog como tal, sino más bien una reflexión…Si no la has visto te pediría que no sigas leyendo, que escuches esta canción de Eddie Vedder (Pearl Jam) que forma parte de la banda sonora de la película, (que por cierto tiene un papel diría que bastante potente en la misma) y que otro día, cualquier día en el que tengas dos horas y media por delante, la disfrutes.
«Si aceptamos que la vida humana se rige por la razón, la posibilidad de vivir queda destruida…» Una de las frases apabullantes que plagan esta película, este documental de la vida, esta historia de superación, de búsqueda de uno mismo, de huida del pasado, de miedo a convertirse en lo que se critica, de valentía y cobardía, de miedos y esperanzas…Esta película que provoca tanto, bueno y malo, que tanto hace pensar, que te duele y te alegra. Esta cinta que despierta…¿cuál es el objetivo fundamental del cine? Contestar a esta pregunta puede ser un debate abierto del que nunca se saque ninguna conclusión pero, para mi, es necesario que una película me cause algo, me dure en la memoría, me emocione…si es así: me gusta. Repleta de cautivadoras imágenes salvajes que te muestran la majestuosidad de la naturaleza más pura, que te provocan a ti, espectador, y que son el camino de Alex, un chaval antisistema, que odia a sus padres y huye de la vida que, no sin su particular amor, ellos le habían preparado.Hay quien puede pensar que la historia que se cuenta en Hacía rutas salvajes (basada en un personaje real) es la historia de una persona egoista, que no vivimos solos, que somos sociales, que no podemos pasar por la vida de los demás, marcarles de esa manera, de esa profunda forma que lo hace Alexander Supertramp…que cambiarte el nombre no te cambia la existencia…que no se puede, no se debe y no es moral desaparecer de todos como hizo él… Y también hay quien puede pensar que no se trata de eso, que es cuestión de que primero hay que conseguir alcanzar lo que te realiza, que la vida no se vive por la gente sino por tí, que Alex buscaba su lugar, su sitio, su por qué de su existencia, su realización, su sueño, la formación y transformación más profunda de su alma…Si piensas lo primero odiarás la película, si piensas lo segundo llorarás. Sobretodo porque al final, cuando lo adoras, cuando sientes que tiene el valor que tú no tienes, cuando te crees que se está convirtiendo en un ser humano completo y complejo, cuando aprecias en su locura su gran racionalidad, cuando te enamoras de su vida, de su personalidad, de su profundo carisma…se acaba. Acaba con el más real de los finales. Con una simple, obvia, aplastante y universal frase: «La felicidad sólo es real cuando es compartida».

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