Un espectaculo en nombre de la Gran bretaña.
Danny Boyle nació en Manchester hace 55 años. Su país ya le reconoció su talento con una distinción por su trabajo como director de series de televisión. La atención internacional le vendría con la película Trainspotting y se consagraría cuando realizó La Playa. Sin embargo, fue con Slumdog Millionaire que Boyle se ganó toda la reputación que ahora le acompaña. La película, que conquistó a espectadores de todo tipo tanto por su originalidad como por su conmovedora historia, caló igualmente ante la crítica y fue galardonada con ocho estatuillas, includo mejor película y mejor director.
Boyle es un director con estilo propio. Tiene la capacidad de contar las historias provocando. No se autocensura, todo lo que pasa por su mente lo plasma en la cinta, así, el realismo de las mismas se mezcla con la fantasía que su creatividad vierte a cada momento. Usa el humor negro para unir y desengrasar y la fotografía tiene una importancia tal que muchas veces supera al guión.
Con trainspoitting causó controversia, fue una auténtica novedad que se narrara de forma tan claramente dura el problema de las drogas. Para mucho, en esos tiempos, la película fomentaba el consumo cuando lo que Boyle mostraba era el proceso y motivaciones de los drogodependientes.
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Aquí empezó la amistad de Boyle con Ewan McGregor (que junto con Big Fish tiene en Trainspotting su mejor actuación, en mi opinión). Amistad que se truncaría cuando el actor le sugirió que adaptar La Playa al cine y el estudio decidió que el protagonista principal fuera Leonardo DiCaprio. Al parecer McGregor se enteró por los periódicos, se montó un circo mediático tras el cual el director no pudo ni explicarse y, finalmente, no han vuelto nunca a trabajar juntos.
Repasada la trayectoria y estilo de Danny Boyle creo que lo de ayer en la Ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos Londres 2012 debería entrar dentro de su filmografía. Durante dos horas repasó la historia del Reino Unido, por los momentos más claves que marcaron el país, desde el origen de los sindicalistas, hasta el sufragio universal, pasando por la importancia del ferrocarril, la revolución industrial, el efectivo sistema de sanidad, la literatura infantil (Mary Poppins, Harry Potter…), para llegar a un homenaje al inventor de Internet, Tim Berners-Lee, londinense que también formó parte del espectáculo. Boyle puso «en escena» un musical con una creatividad y una expresividad pasmosa. El baile contemporáneo recordando la importancia de la tecnología fue fantástico. La evolución de la campiña inglesa hasta convertirse en un lugar urbanizado ocurrió casi sin darte cuenta. Los colores, los fuegos, los sonidos, la música espectacularmente cuidada, las coreografías, el humor de Mr. Bean, James Bond tirando a la Reina por el helicóptero… Todo, absolutamente todo te deja con la boca abierta y pensando ya no sólo en los recursos económicos o técnicos para realizarlo (que también tienen su mérito) sino en esa mente prodigiosa capaz de imaginarlo y de desarrrollarlo.
Sin duda una ceremonia que pasará a la historia. Una auténtica película de dos horas que bien se mereció los 4.000 millones de espectadores de todo el mundo.