Antaño se tenía la sensación de que un vehículo automóvil era un artículo masculino, y que las mujeres solamente podían viajar como acompañantes en coches y motos.
Pero los tiempos han cambiado, y en un ambiente de igualdad entre sexos, las mujeres también tienen acceso, derecho y permiso para circular con la máquina que quieran siempre y cuando, al igual que los varones, se saquen el correspondiente permiso tras demostrar que son capaces de guiar con seguridad.
La figura de la mujer viajando de paquete en la parte trasera de la moto, aunque se sigue viendo, no refleja el hecho de que ellas no puedan ser capaces de conducir una, sino que es una muestra de que o bien no ha querido sacarse el carnet de conducir o que se siente más a gusto dejando que otra persona la lleve y poder ir menos concentrada en la carretera. Con esto no estoy ni mucho menos despreciando la capacidad de una mujer para conducir, ya que no importa el sexo que tengamos, todos podemos ser buenos o malos conductores independientemente de que seamos hombres o mujeres. La atención en la carretera y los reflejos no son exclusiva ni de un grupo en particular ni de un sexo específico.
Una motocicleta es una pieza mecánica de una belleza incomparable, que atrae a una gran cantidad de aficionados todos los años a las diversas concentraciones y convenciones moteras en las que se dan cita en muchos lugares a lo largo y ancho de la geografía mundial. Y seamos sinceros, a todos los hombres nos hierve la sangre cuando podemos disfrutar de unas líneas perfectas, de unas piezas de cuero que la visten con un gusto incomparable, de una suavidad en sus formas que nos enamoran… y si además la conduce nuestra chica, mejor que mejor, ¿verdad?