El modelo “T” de la factoría Ford fue un hito en la historia del mundo del automovilismo, y en concreto de la fabricación en masa de coches.
Con más de cuatro millones de unidades fabricadas en apenas veinte años, podemos hacernos una idea de lo que supuso para la industria y el mundo de la producción en cadena.
El inventor Henry Ford es considerado el padre de la producción en masa de vehículos gracias a su idea de construir este modelo haciéndolo asequible para el ciudadano medio, algo impensable para cualquiera en ese tiempo. Es evidente que no buscaba principalmente ayudar a los demás, sino conseguir el mayor número de clientes y aumentar sus beneficios. Sin embargo sus esfuerzos hicieron que incluso a día de hoy este modelo sea histórico y la marca que lo fabricó sea hoy en día una de las más conocidas del mundo.
Algunas de las principales características del Ford T era su altura, que le permitía incluso atravesar hoyos y zanjas y circular por los maltrechos caminos que cruzaban principalmente los Estados Unidos.
Al margen de la idea que tenían los obreros y colaboradores de Henry Ford, que lo consideraban un tirano y cuyas ideas en ocasiones eran absurdas dada su falta de conocimientos, la cadena de montaje desarrollada por él supuso un adelanto que colocó las bases de las cadenas que se utilizan hoy día.
El Ford T hoy día no es nada del otro mundo: veinte caballos de potencia, setenta kilómetros por hora de velocidad máxima y un consumo de veinte litros cada cien kilómetros y dos velocidades. Pero si tenemos en cuenta que en ese tiempo el caballo era el “motor” más utilizado, no extraña que supusiera un gran avance. De hecho era un símbolo que se quedó en la retina de muchos aficionados al cine, ya que no tardó en aparecer en ellas.