Castigos Crueles en la Antigüedad

Algunos de los castigos crueles en la antigüedad aplicados a los acusados de diversos delitos, son hoy difícilmente comprendidos por las mayorías de las personas.

La historia de la justicia.

La historia de la justicia ha pasado por tantas etapas como cambios han sufrido las distintas civilizaciones.

Si la civilización y la organización social y política nacieron en Mesopotamia, también lo hicieron las reglamentaciones y códigos que sentarían las bases de futuras legislaciones.

El código de Hammurabi, de 1760 a.C., es el más famoso, pero no fue el único compendio de leyes que regían el comportamiento en la antigua civilización mesopotámica.

A pesar de los crueles castigos (e injustos, para nuestra actual perspectiva sobre lo que significa la justicia) a los que se veían sometidos los reos, estos códigos mesopotámicos fueron la base según la cual más tarde y, sobre todo, gracias a la Civilización Romana, se crearon legislaciones que con el tiempo fueron adecuándose a los avances sociales y personales que el tiempo y las luchas sociales reclamaban.

Ejemplos de castigos Crueles en la Antigüedad.

  • En la sociedad mesopotámica, los castigos variaban enormemente si el culpable pertenecía a una clase social u otra. Si un hombre de clase alta mataba a un esclavo, tan sólo tenía que pagar el esclavo a su dueño. Las penas eran muy duras para quien hería o mataba a un personaje de clase o casta superior, y muy benevolentes para quien hacía lo propio con súbditos de clases inferiores.
  • Si un constructor construía una casa que se derrumbaba causando víctimas, se le metía dentro de otra casa que los ejecutores derruían sobre él, matándole. Se inventaban grotescos y crueles castigos, como obligar a los reos de penas leves a recoger con la lengua pepitas de mostaza esparcidas por el suelo, a la vista de todos. Los mesopotámicos que no cumplían las reglas recibían castigos, unos morían y otros no, pero ninguno iba a la cárcel.
  • Capítulo aparte merecen las llamadas ordalías o juicios de Dios. Desde época visigoda y hasta muy entrada la Edad Media, los castigos crueles de las ordalías consistían en dejar a la providencia divina la decisión de culpabilidad o inocencia de un reo. Por ejemplo, se le metía un brazo en brasas ardiendo o se le torturaba de diversas formas, y si no sufría daños demasiado graves o la muerte, significaba que era inocente. Una de las formas más usuales era arrojar al penado a un río turbulento y, si lograba salir con vida, significaba que Dios le juzgaba inocente, y así lo era a lo ojos de los jueces.

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