Esta neuróloga gallega, que dirige el Laboratorio de Neurociencia Visual del Instituto Neurológico Barrows, en Phoenix (Arizona), investiga la relación entre las experiencias visuales y las bases de la consciencia. Para ello, ha recurrido a la ayuda de magos e ilusionistas
Buena parte del trabajo de un mago depende de su capacidad para canalizar la atención de los espectadores. De hecho, según la coruñesa Susana Martínez-Conde, algunos de sus trucos pueden aportar pistas sobre la forma en que nuestro cerebro procesa la información visual y construye la experiencia subjetiva que nosotros consideramos la realidad. Para demostrarlo, ha trabajado con algunos de los prestidigitadores más famosos del mundo, como Raymond Teller, Mac King, James Randi –un declarado escéptico en torno a todo lo que tenga que ver con lo paranormal– o Apollo Robbins, conocido por haber convertido el robo de carteras en un auténtico arte. Todos ellos son consumados maestros en el uso de ilusiones ópticas, visuales y también cognitivas, que son las que más interesan a esta neuróloga.
–¿Qué relación tienen la magia y la ciencia?
–Yo estudio los trucos de los magos porque manipulan la consciencia. Los magos son unos extraordinarios manipuladores y analizar las ilusiones que utilizan en sus espectáculos es, en el fondo, una manera de investigar el funcionamiento íntimo de nuestro cerebro. De hecho, tienen bastante que enseñarnos sobre cómo alterar los niveles de atención. A partir de sus experiencias, podemos diseñar en el laboratorio experimentos más sólidos que nos den una idea del comportamiento de los circuitos neuronales implicados en la construcción de nuestra propia versión de la realidad.
–Sin embargo, los magos recurren a distintos tipos de ilusiones. ¿En qué se distinguen, por ejemplo, las que son exclusivamente ópticas de las visuales y de las denominadas cognitivas?
–Las ilusiones ópticas son las más sencillas, y para explicarlas no hace falta profundizar en el funcionamiento de nuestros sesos. Pueden depender, por ejemplo, de las propiedades de la luz, como la refracción. Así, si ponemos un lápiz dentro de un vaso con agua, parece que está quebrado. Por el contrario, las visuales –también las hay auditivas, táctiles…– están relacionadas con las neuronas, en este caso, de nuestro sistema visual: un círculo de color gris nos parece más claro si lo rodeamos de color negro, y más oscuro si lo rodeamos de blanco. Esta ilusión, denominada contraste simultáneo, se basa en cómo nuestro cerebro percibe la realidad que hay fuera. Para él no existen términos absolutos, todo depende del contexto en que se presenta. Las cognitivas, por su parte, también dependen de los circuitos neuronales, pero en este caso interviene la red de más alto nivel, esto es, la que está relacionada con la atención, la memoria, la inferencia causal…
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