Es casi seguro que navegando por Internet o en algún informativo, o incluso paseando por la calle nos hayamos encontrado con alguno de sus trabajos. Piscinas sin fin, agujeros negros, pozos que se tragan a la gente… son las ilusiones ópticas que el artista polaco Gregor Wosik saca de su gran imaginación. El efecto que crea tiene mucho que ver con la perspectiva con la que realiza los dibujos, que dan una sensación de profundidad que muy pocos artistas han logrado plasmar. En ocasiones podemos disfrutar de cataratas inmensas bajo los pies de un personaje que camina por una pequeña cuerda o escaleras que suben y bajan a la vez (¿?).
La ilusión se incrementa cuando se añaden algunos elementos reales, como una niña que se queda sobre una bola del mundo que se precipita hacia un abismo, o un hombre agachado mirando una pequeña flor, mientras que un inmenso monstruo abre sus fauces para tragárselo entero (y sentimos la necesidad de gritar ¡CUIDADO!). En otras ocasiones nos llevamos la sorpresa de acercarnos o mirar desde otro ángulo y resulta que lo que creíamos real está pintado en el suelo mientras que ese perro que pensábamos que estaba pintado en realidad es una obediente mascota que se ha quedado sentada donde su dueño le había indicado.
¿Quién no ha disfrutado en alguna ocasión de una de esas imágenes? Puede que incluso se nos haya pasado por la cabeza alguna de ellas, y hasta nos hayamos atrevido a intentar interpretarla en un lienzo, tela o suelo si tenemos algo de idea de lo que supone pintar, pero lo difícil no es imaginarla, lo verdaderamente complicado es hacer creer a los ojos del resto esa misma sensación. Y en eso Gregor Wosik es uno de los mejores. Y no solo pinta con tiza en el suelo (cuando llueve es una verdadera lástima ver cómo se desvanecen esas obras de arte), también diseña carteles para empresas y cuadros gigantes.