Además de las imágenes creadas con la intención de confundir nuestra vista, las ilusiones ópticas abarcan otro tipo de fenómeno: por ejemplo cuando interpretamos un estímulo visual de manera errónea durante nuestros quehaceres cotidianos.
Seguramente no le parecerá extraño lo que recientemente me sucedió: al sacar una ropa del fondo del cesto, dejé caer una pequeña liga para el cabello, pero como es totalmente negra y le cuelgan muchos hilitos alrededor, al moverse me dio la impresión de que era una enorme araña, y obviamente mis gritos se alcanzaron a escuchar a varios metros de distancia.
Freud decía que las personas tenemos una reacción muy intensa ante lo siniestro. Lo siniestro es aquello que se sale completamente de la forma en que nosotros entendemos y conocemos la realidad. Por ejemplo imagínese que mientras ud. lee esto, su computadora diera un brinco hacia el suelo. Sería tan inverosímil que su cuerpo reaccionaría con una enorme descarga de adrenalina, listo para huir de una situación que le resulta totalmente amenazante. Lo mismo nos ocurre durante los llamados siniestros: terremotos, incendios, etc. Pero en general, en cualquier situación que sea inesperada, abrupta o sorpresiva.
Este tipo de ilusión desencadena una reacción de defensa, hasta que nos damos el tiempo de observar a detalle y encontramos una explicación razonable a nuestras “visiones”.
Podemos imaginarnos, entonces, las intensas reacciones de quienes tienen algún episodio psicótico, es decir que experimentan algún tipo de alucinación.
La diferencia entre alucinaciones visuales e ilusiones ópticas es que las primeras son una creación total de la mente de la persona, sin necesidad de ningún estímulo externo que las genere, mientras que las segundas se refieren a una interpretación errónea de un estímulo que sí existe en la realidad. En otra categoría se encuentran las distorsiones cognitivas, por ejemplo en el caso de las personas con rasgos paranoides, quienes pueden interpretar una risa como una burla hacia ellos, lo cual no se apoya en la realidad. En este caso estaríamos hablando no de una distorsión de la realidad generada por una distorsión del estímulo, sino una distorsión en el significado del estímulo, el cual es captado sensorialmente sin alteraciones.