En muchas ocasiones el ser humano puede tener una percepción de la realidad errónea o equivocada. Es algo bastante común.
Este sería un ejemplo de lo que conocemos como ilusiones ópticas. Y es que somos una máquina tan compleja, y tan imperfecta al mismo tiempo, que puede hacernos jugar verdaderas malas pasadas en las situaciones más inoportunas.
Casos de ilusiones ópticas, por ejemplo, las podemos encontrar dentro del fenómeno ovni. Así es. Y es que, a lo largo de la historia, el hombre ha creído ver objetos voladores no identificados en situaciones en las que no hay nada más allá de la realidad.
Estas ilusiones, estas percepciones erróneas, han creado mucha controversia. De hecho multitud de personas, de testigos de este tipo de fenómenos, han perdido su credibilidad, y en muchas ocasiones su reputación y prestigio por creer en lo que sus ojos le habían asegurado que existía.
Precisamente por todo esto hay que ser muy prudente. La cautela debe ser nuestra mejor aliada en estos casos. Cuando seamos testigos de un fenómeno de estas características debemos hacer valer nuestro sentido crítico. Quizá de este modo, analizando la situación desde un punto de vista lo más objetivo posible, evitemos más de una situación embarazosa. Unas situaciones a las que somos conducidos por estas dichosas ilusiones ópticas y de las que muy pocas ocasiones saldremos victoriosos porque si bien es cierto que la confianza y credibilidad se gana a lo largo de toda una vida, en cambio, se pierde de manera casi instantánea.