Los niños médium son considerados una rareza social, por lo general comienzan su recorrido canalizando pedidos y mensajes de sus propios antepasados. Al estar en un estado de conciencia mayor, es normal que algunos niños puedan correr el velo entre las almas encarnadas y las desencarnadas y se establezcan como canal entre ambas. Es habitual que manifiesten conversaciones con amigos imaginarios o cuestionen a sus padres con descripciones y opiniones en relación a sus abuelos o antepasados que ya no están en este plano, desde un conocimiento de los mismos que pone los pelos de punta a los adultos.
Cuando un alma desencarnada permanece en este plano de realidad sigue ejerciendo su poder de opinión e influencia como cuando estaba vivo, comprendiendo la vida como lo hacía antes. A menudo no son consientes de haber muerto. La función del médium suele ser elevar la vibración de estas almas para que al pasar a un estado de mayor elevación comprendan que ya no forman parte de este plano y liberen de sus energías y opiniones a los que siguen con vida.
El caso de Sanele en Sudáfrica
En el caso de Sanele, un niño de 8 años que vive en Sudáfrica, el hecho de llevar el mismo nombre que su abuelo muerto lo conecta con él. No solamente recibe el mensaje o mandato de casarse como su abuelo no había podido realizar, sino que lejos de correrse de este patrón es escuchado por su familia. Por miedo a los antepasados deciden realizar un ritual boda con una mujer cercana a la familia. El rol de la esposa lo ejecutó Helen de 61 años. Una amiga de la familia, viuda y madre de cinco hijos.
El casamiento se llevó a cabo sin términos legales, simplemente como ritual para opacar o apagar los deseos de los antepasados por temor a represalias nefastas sobre la familia. Lo que llevó a grandes debates al entorno y a la sociedad.