Reflexiones de un apasionado de LEGO

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Hay una afición creciente en el mundo del coleccionismo y construccionismo. Seguramente lo hayáis adivinado: LEGO.

Estas pequeñas piezas de colores que permiten un variedad de formas tan amplia como la imaginación permita.

Adentrémonos en lo que es LEGO, ese juguete de construcción para niños que poco a poco se va perfilando (también) como una afición cada vez mayor entre adultos. Y es que todos los juegos de construcción tiene algo en común, Como analista-programador que soy desde ya no recuerdo las décadas, no me extraña haber caído en la tentación de convertirme en un AFOL (Adulto Fan Of LEGO).

El construccionismo considera además que las actividades de confección o construcción de artefactos, que resultan ser son facilitadoras del aprendizaje. Se plantea que los sujetos al estar activos mientras aprenden, construyen también sus propias estructuras de conocimiento de manera paralela a la construcción de objetos. Además se pueden establecer paralelismos interesantes pues el LEGO tienen mucho que ver con la programación pues si se trata, además, de un modelo con movimientos (una casa que se abre por la mitad, un coche con puertas practicables, etc.) o de una máquina, aún más.

La previsión de cómo se comportarán las partes móviles es imprescindible. Es paso siguiente son los modelos programables con motores, sensores, brazos robóticos, rutinas de movimiento y una larga lista de acciones. Programables en el sentido más estricto de la palabra, puesto que hay que usar un lenguaje de programación para indicar al autómata qué debe hacer y cuándo.

Más cómodo es aprenderlas a partir de un diseño ya hecho. Decía que aplico lo que durante años he aprendido en mi profesión. Para explicarlo de forma básica: la programación obliga a prever de forma constante qué puede suceder a continuación, pasos a seguir en un proceso y toda suerte de imprevistos. Crear una construcción a partir de la nada tiene muchos puntos en común. Juntar piezas para un objetivo final. Por una parte completar un juguete determinado, un diorama, etc. siguiendo las instrucciones dadas. Por otro, aprender técnicas de construcción que a base de prueba y error podrían surgir.

Una vez tenemos el modelo construido sólo queda exponerlo y como consecuencia, coleccionarlo. La ventaja de LEGO es que llegados al punto de no disponer de espacio (o de faltar piezas para un nuevo montaje) siempre se puede desmontar tal o cual modelo y recuperar material. Las piezas sin montar también son objeto de coleccionismo. Hay apasionados que las compran y almacenan por el puro placer de tenerlas. Un caso particular son las figuras o minifiguras (minfigs). Con cientos, por no decir miles de personajes fabricados hasta hoy, más las posibles creaciones personales de cada uno, es un sector con entidad propia.

Todo esta reflexión ha venido a raíz de haberme topado con la sección de LEGO Ninjago por la que tengo un desarrollado gusto. Para todos aquellos interesados en esa colección de LEGO Ninjago aquí la sección en Pixmania.

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