Dentro del mundo de las carreras de coches hay modalidades para todos los gustos. En algunas lo más importante es la velocidad, en otras la resistencia o la pericia del piloto, y hay algunas en las que lo importante es una mezcla de todas. Los rallies son una de esas modalidades.
Las carreras de rallies consisten como norma general en ser el más rápido en una serie de etapas a través de carreteras que se cierran al tráfico expresamente para la competición. Estas etapas, denominadas tramos, se cronometran y se van añadiendo los tiempos en una ficha de control que lleva el copiloto. En la ficha también se incluyen algunas bonificaciones o penalizaciones de tiempo que se añaden o restan del tiempo realizado al haber incurrido en alguna irregularidad o haber alcanzado algún tipo de bonus durante la carrera.
Una de las cosas que diferencian las carreras de rally de otras es que no se disputan en un circuito cerrado, por lo que no hay posibilidad de estudiar por completo el recorrido para memorizarlo como en los circuitos de velocidad convencionales.
Este deporte no entiende de sexos, y tanto varones como mujeres pueden competir entre sí en las mismas condiciones.
Los coches que se utilizan para correr en estas carreras son en un principio modelos de calle, pero adaptados a la competición con piezas diseñadas específicamente para proteger la estructura del vehículo y para evitar que los filtros se emboten con las partículas que se desprenden durante el desafío ya que al competir en zonas que se usan habitualmente para el tráfico estos no se limpian y los elementos son una parte importante de la carreras, que se disputan en superficies de asfalto pero también de tierra, gravilla, hielo o nieve.
Estas carreras pueden ser únicas o formar parte del mundialmente conocido Campeonato Mundial, que transcurre por circuitos de todo el mundo y que es, junio con la Fórmula 1, la competición más importante en cuanto a carreras de coches.
