La fotografía analógica se obtiene mediante procesos químicos que graban imágenes sobre una superficie que cuenta con un material de características sensibles a la luz. Es un proceso tradicional, diferente a la modernidad de la imagen digital que utiliza píxeles en vez de los granos de plata de la imagen analógica.
El papel fotográfico está formado principalmente por dos partes: el soporte (o la base física) y una sustancia o emulsión fotosensible. La misma está constituida por una capa de sales de plata (miles de partículas de cloruro y bromuro de plata) que bajo los efectos de la exposición a la luz conforman una imagen mediante el cúmulo de granos de plata.
El uso de cámaras fotográficas analógicas era lo más común hasta hace poco tiempo atrás. En la actualidad, las cámaras digitales han acaparado la fotografía, pero hay quienes todavía prefieren el uso de las analógicas, aficionados que siguen utilizando su cuarto oscuro, cubetas y líquido revelador.
Proceso de imagen analógica
La fotografía analógica se desarrolla según el principio de la cámara oscura. El proceso de la toma de una fotografía analógica comienza cuando se capta el objetivo de la fotografía y se proyecta sobre la emulsión fotosensible de una película virgen. Dicha emulsión retiene los matices de blancos y negros o de colores (según sea el caso) como una imagen latente, que se va descomponiendo hasta el momento del revelado, y que se hace visible mediante procesos físicos y químicos, obteniendo un negativo.
En el negativo los valores de la luz se encuentran invertidos. El mismo es colocado sobre una ampliadora que ilumina cada cuadro y lo proyecta sobre la sustancia fotosensible de un papel fotográfico virgen. Mediante la exposición a la iluminación, el negativo se transforma en positivo y el papel experimenta un proceso químico que consta del revelado y fijado, que conduce a la imagen fotográfica impresa.
