Los desahucios son la cara más amarga y más dolorosa de la crisis económica: no hay nada más duro que una familia se vea despojada, por medio de la fuerza y la violencia, de su espacio de intimidad más propio. Por ello, la respuesta ciudadana cada vez es más fuerte en contra de esta lacra que no tiene piedad en cuanto a sus víctimas se refiere.
El caso de Aurelia, una octogenaria de ochenta años que esta semana, vio como el apoyo ciudadano sirvió para parar su desahucio ha creado un antes y un después, en la profesión de bombero.
Los bomberos, están para salvar vidas
Los bomberos hacen una función de héroes al salvar vidas pero no están para destrozar la existencia de tantas personas que bastante tienen con estar pasando una mala situación económica como para dejarles en la calle como si fuesen animales en vez de personas. Esta semana, un bombero se negó a intervenir en el desahucio de Aurelia.
Los bomberos tienen la obligación de atender la llamada y acudir hasta el lugar de los hechos. Sin embargo, una vez allí, tienen la capacidad de decidir qué quieren hacer. Y la mayoría ya se ha posicionado en favor del pueblo.
Responsabilidad ética
Los bomberos han mostrado su responsabilidad ética a la hora de hacer el bien. Pero además, explican que la labor de cambiar las cerraduras después de un desahucio le corresponde al cerrajero pero a día de hoy, también se están negando a esta cuestión.
Esperemos que poco a poco, el apoyo de los medios de comunicación, dé cada vez más voz y más peso a quienes están pasando una mala racha, para que las conciencias de aquellos que permanecen inmunes ante el dolor ajeno, empiecen a sonar con mucha fuerza.
Es el momento de decir cada día: «Stop desahucios».
