No importa si lo que se observa es una foto de familia, una guerra o un salto en paracaídas, una foto siempre nos está contando mucho más de lo que vemos en ella.
Una foto siempre nos cuenta algo principal, algo que estamos viendo en el mismo acto de observar la foto, algo que dice, pero a la vez nos está transportando más allá. Nos lleva a ver que la foto fue tomada en algún lugar. Que quienes están en ella están agrupados de una manera determinada, vestidos de una manera determinada. Nos lleva a determinar que quienes están en ella están representando una época o un lugar preciso.
Además las fotos nos están mostrando que algo tiene que haber sido dado previo a ella. Que quienes están en la fotografía que es tomada, previo a ella han tenido una historia.
Un grupo de albañiles, antes de posar para la foto, han estado trabajando, cansándose, ocupándose de organizar su trabajo y tomarse un tiempo de descanso para poder posar. Y si la foto tiene carácter ficticio, y fue armada, posee todo un proceso de creación, y un proceso de montaje. Requiere conseguir a los actores, plantear la idea, conseguir los trajes, el vestuario, desarrollar el fondo.
Frente a una imagen tomada en un ambiente natural cuyo protagonista puede ser una montaña, su carácter es el mismo. Quizás han pasado muchas cámaras antes de la foto en cuestión, pero en todas esas fotos anteriores ha habido historia, modificaciones, en una había un pájaro, en la otra un persona y en otra mas una sombra. También dicha foto posee la historia de cómo llegó esa persona ahí para tomarla, cuál fue su camino, si está ahí porque lo desea, si está de paso, si fue ahí para olvidar algo, para dejar algún pasado atrás, para no volver.
Mucho más interesante todavía aún es saber que, luego que la foto es tomada, la historia continúa, los albañiles vuelven al trabajo, los actores a sus casas, el fotógrafo se va a revelar y las montañas siguen ahí, descubriendo fotos nuevas.
