Una carretera recta y kilométrica en las que poner a prueba la velocidad punta de la máquina no es precisamente lo que los aficionados a las motos prefieren para conducir, no.
A los realmente aficionados a las motocicletas lo que de verdad les gusta es salir un Domingo por la mañana, ponerse el mono y el casco, y conducir por carreteras secundarias, desiertas y llenas de curvas sin más compañía que la de su montura.
Puede que hagan una excepción y se reúnan con un grupo de amigos, pero la actividad seguirá siendo la misma: sentir como sus motos dibujan las curvas de las carretera por la que circulan. Por eso no resulta extraño ver grupos de motoristas en las carreteras que comunican los pueblos pequeños y que no suelen ser precisamente rectas.
Otras vías por las que les gusta circular son las carreteras de montaña, y pararse en lo alto a disfrutar de las magníficas vistas que ofrece el paisaje, siempre acompañados de su moto. Después hay que bajar, y esos trazados son de lo más divertidos, pues en las zonas de montaña lo más habitual es que además de una pendiente encuentren una buena colección de curvas pronunciadas, y cada una de ellas resulta un pequeño placer.
Al pie de las subidas o las bajadas de estas carreteras no es raro que haya un pequeño bar o cafetería, sobre todo en los puntos más conocidos y más frecuentados por los motoristas, donde poder recuperar las fuerzas con un chocolate con churros o un buen bocadillo de jamón. Por que una cosa es que te gusten mucho las motos y otra es que cuando llegue la hora bebas gasolina. Tu moto puede darte muchas horas de placer, pero lamentablemente no puede darte de comer… a menos que seas piloto profesional.
