Yo quería trabajar en la banca

Papá, Mamá, me han seleccionado para trabajar en el Banco X, en la Caja de Ahorros Y,….corrían las décadas de los años 80 y 90, y la noticia era acogida por la familia como una auténtica Bendición. Se acabaron las penurias, los años de estudio, la incertidumbre laboral, y comenzaba la estabilidad, el trabajo asegurado a perpetuidad para ti, y probablemente para tus hijos, seguros gratuitos, préstamos a muy bajo coste, un salario bastante aceptable, regalos, incentivos, flexibilidad y conciliación familiar y una te revestía una cierta aureola de prestigio social.

Pues bien, eso terminó.

Los empleados de las entidades financieras en la actualidad, los pocos que quedan, en primer lugar deben ser licenciados y con conocimientos avanzados de productos financieros sofisticados, ahora han de soportar, presiones para conseguir unos objetivos marcados por la jefatura de zona, que en la mayoría de los casos se entienden como inalcanzables, vender desde vajillas hasta planes de pensiones, pasando por seguros, tarjetas y demás productos poco atractivos y por ende invendibles.

Bueno, y ahí no acaba la cosa, si para colmo perteneces a uno de los llamados “equipos volantes”, puedes estar deambulando por sucursales situadas en los pueblos más recónditos, con cambios semanales.

Caso aparte tienen los “suertudos/as”, que encuentran trabajo en banca, pero no directamente con la entidad. De la selección y contratación se ocupa una empresa de trabajo temporal o agencia de colocación, pudiendo estar incluso varios años a base de contratos parciales o hasta fin de servicio y no haber computado ni un solo día de trabajo en la entidad, por tanto cero antigüedad y cero vinculación.

Todo ello con unos salarios que oscilan entre los 800 y los 1300 €, para empleados y de 200 a 400 para becarios (trabajadores perfectamente cualificados y que adquieren responsabilidades a un muy bajo coste salarial).

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