¿Por qué siguen fumando?

Empezaré diciendo que ni fumo ni he fumado nunca. No soy, pues, sospechoso de “ex-fumador talibán”… aunque mi postura respecto al tabaco es bastante negativa.

Me parece bien, respeto, que cada cual haga con su cuerpo lo que mejor le parezca. Me parece bien que se exija a los demás que respeten nuestra libertad individual para hacer con nuestro cuerpo lo que mejor nos parezca. Pero, ojo, con dos matices:

La libertad conlleva la responsabilidad de asumir las consecuencias de nuestros actos.

Mi libertad termina donde comienza la de los demás.

El primer punto me lleva a la siguiente pregunta: ¿por qué tengo que asumir yo, que ni fumo, ni he fumado, ni fumaré, parte de los costes sanitarios que, de manera indiscutible, se están generando por culpa del tabaco? Si los fumadores tienen libertad para causarse esos daños, también deben tener la responsabilidad de asumir los costes que su curación generen. Es cierto que el tabaco está gravado con unos impuestos bastante altos, y estos impuestos seguro que sirven, entre otras cosas, para pagar la sanidad… también es cierto que hay empresas públicas que hacen negocio con el tabaco… pero alguna cuenta no debe de estar cuadrando, cuando desde el Gobierno se está tratando de reducir por todos los medios el tabaquismo; yo diría, sin haber visto los números, que los ingresos no deben de estar compensando los gastos.

El segundo punto implica que los fumadores deben saber que, al fumar en un sitio más o menos cerrado, están molestando a los no fumadores. Nos molestan cuando nos llega el humo, y nos molesta el desagradable olor que dejan durante un rato después. Señores fumadores, ¿les gustaría que alguien les tosiera o les estornudara a la cara mientras cenan? Pues viene a ser lo mismo… A mi, personalmente, no me molesta que la gente fume en el exterior… pero en un sitio cerrado, sí, francamente.

No me considero una persona fanática de la salud, ni especialmente intolerante con las actitudes de los demás. No estoy a favor de la prohibición del tabaco. Pero sí creo que debe protegerse a quienes queremos disfrutar de una cena o unas copas sin humo… y que este “derecho” debe estar por encima del derecho a fumar en cualquier sitio. Tampoco creo que si se prohibiera fumar en recintos cerrados esto fuera a perjudicar a los hosteleros; la gente continuaría saliendo a cenar y a los bares… solo que saldrían a fumar afuera, fumarían antes o después, o, directamente, dejarían de fumar. Sería más incómodo para los fumadores, sin duda, pero sería mucho más cómodo para los demás.

Como resumen yo diría que quien quiera fumar debe tener el derecho a hacerlo, pero quien quiera no fumar, también debe tener el derecho a no hacerlo.

Fuente: OBSERVADOR SUBJETIVO

2 COMENTARIOS

  1. La solución ideal sería que nos autoregularamos, que tuviéramos sentido común suficiente para saber cuando nuestros actos pueden molestar o ser peligrosos para los demás, pero no es así. La realidad es que todo aquello que no está expresamente prohibido se percibe como permitido y si alguien le molesta QUE SE JODA. ¿A vosotros no os ha respondido nunca un fumador, cuando le habéis dicho amablemente que os molestaba el humo, que no apagaba el cigarro porque allí no estaba prohibido fumar y le ha dado igual si había niños, embarazadas, enfermos crónicos de asma o el espíritu santo?

  2. Pues tienes Razon, cada quien es dueño de los habitos buenos o malos que tenga.. pero si me molesta que si piden los fumadores que se les de libertad para tener esta adiccion y se les respete, tambien exigo respeto para quienes no lo hacemos, pues algunos no les interesa la salud de los demas..

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