El refrán que dice que las apariencias engañan nunca ha sido más cierto que cuando se aplica a las ilusiones ópticas. Confiamos en nuestros sentidos, sobre todo en el de la vista (ya lo decía Santo Tomás, “Ver para creer”), pero hay ocasiones en las que los sentidos nos juegan malas pasadas.
La vista es una enorme fuente de información del mundo que nos rodea. Recoge las impresiones visuales y las envía al cerebro, que es el que las procesa y, finalmente, nos dice qué es lo que estamos viendo.
Como ejemplo os mostramos esta imagen en la que unos obreros están trabajando en una casa. Pero… ¿qué están construyendo?: ¿el tejado o suelo, tal vez una terraza?
Si te fijas bien, la cosa no está nada clara. ¿tejado o suelo? Según miremos esta imagen, podemos obtener tres interpretaciones distintas, pero la realidad sólo puede ser una. Hasta parece que uno de los personajes nos saluda, pero ¿lo hace desde el tejado o desde el suelo? A mí me parece que se burla de nosotros.
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