Se trata de la adaptación del Best Seller de Khaled Hosseini.
No se puede decir, en ningún momento, que sea una mala película, sobretodo por la fidelidad que le dedica al libro con el mismo nombre. Es la novela hecha guión y llevada a la gran pantalla, no habría peros que ponerle de no ser porque, si te has leido el libro, a la cinta le falta profundidad.
Mostrando todo tal y como está en el papel, no consigue contagiar la misma intensidad de sensaciones que provocaba la lectura. No lo entiendes todo igual. No es fácil de explicar, porque no es fácil decidir qué es lo que causa eso. Quizá sea que la película tiene dirección americana (Marc Forster) y el libro está escrito por un autóctono. Quizá sea que no estaba tanto hecha para ser narrada visualmente como para ser imaginada en la mente de quien lee, o quizá sea, simplemente, porque han buscado provocar la lágrima de manera más forzada que el libro, cuando con ambos es fácil terminar con un sofocón.
Amir es el protagonista, un niño a quien la humildad y entrega de su criado consigue humillar, que vuelve, años después, a su amado a la par que odiado Kabul gobernado por Talibanes. La historia de por qué todo pasa como pasa y se llega hasta donde se llega es la base de la novela mientras que aquí, en la pantalla, no se alcanza a entender del mismo modo. La universalidad de sentimientos como la amistad, el orgullos, la dignidad, el amor y la traición no llegan tan lejos, buscando de algún modo el melodrama antes que la reflexión. El contexto geopolítico es obviado en pro de la tragedia y el desenlace es rápido, demasiado, por una excesiva recreación de momentos quizá menos importantes.
Sea como sea es recomendable verla, sobretodo para quienes no les guste leer. La historia merece la pena, la presentación de personajes de ideas tan opuestas a las occidentales y asumidas como verdaderas por quienes nacimos a este lado del planeta como gente tan cercana ayuda a superar estereotipos mal prefijados. Y la música del gran Alberto Iglesias ayuda a meterte en una historia con una gran fotografía y una representación de los valores más básicos y de los sentimientos más humanos en cada una de las escenas.
