La película de 1997 nos enseña una sociedad ficticia que vive ya en la mente de muchos.
Aldous Huxley en su libro «Un mundo feliz» mostraba una sociedad que cada vez se acerca más a la que estamos empezando a vivir. Una de sus características era la disposición de los estatus sociales según la manipulación genética. Tema central de la película Gattaca.
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En un futuro no muy lejano… Así empieza la cinta del director estadounidense Andrew Niccol (El señor de la guerra) en la que los humanos son elegidos genéticamente rozando la perfección. Sin enfermedades cardiovasculares, sin predisposición al cancer, sin posibilidades de quedarse calvos… guapos, fuertes, listos, perfectos. Y ahí empieza la segregación por clases: los válidos y los no validos. Y así, quien tiene posibilidades hace a sus hijos perfectos. Quien no, los hace por amor, condenados de una romántica manera a ser inferiores.
Ahí es donde aparece Vincen, un perfecto Ethan Hawke venido al mundo de forma tradicional, penado con usar gafas, con no tener fuerzas y con morir joven… Un inválido, frente a su hermano, Anton, un perfecto… Vincen quiere viajar al espacio y empieza su particular lucha por ascender en una sociedad que no permite tal cosa de manera legal.
Una entretenida película, nominada al Oscar por la dirección artística en 1997, y con una espectacular Uma Thurman que, sin un papel demasiado importante (es más, casi que forzado en mi opinión), no molesta. Jude Law en cambio si tiene su trascendente personaje en esta historia aunque sin llegar a creertelo de la misma manera que te creerás a Hawke.
Me gusta Gattaca, la he visto varias veces. Creo que si bien navega en un punto intermedio entre la reflexión filosófica trascendental de lo que podemos llegar a ser y el mero cine de entretenimiento con un thriller futurista, no esta mal planteada y no se ahoga en el intento. En el cine, como en la vida, como en Gattaca, no hace falta siempre ser perfecto para conseguir lo que se ha propuesto.